Se han diseñado múltiples aproximaciones terapéuticas para el tratamiento del infarto agudo de miocardio.
En 1961, Sodi-Pallarés propugnó la utilización de una infusión de glucosa, insulina y potasio (GIK) en perfusión para el tratamiento de la fase aguda, observando una disminución de la mortalidad que él explicaba por varios mecanismos: prevención de arritmias, aporte de nutrientes a las células hipóxicas, disminución del tamaño del infarto, etc. En aquella época no existían las unidades coronarias y la cardiopatía isquémica aguda tenía una elevada mortalidad.
En los primeros estudios sobre el uso del GIK éste demostró disminuir la mortalidad. Posteriormente se ha mejorado el tratamiento del infarto, de forma espectacular tras la introducción de la fibrinólisis, obteniéndose drásticas disminuciones de las cifras de mortalidad. Por este motivo se consideró que el GIK no conseguiría un mayor descenso de la mortalidad, por lo que su uso se abandonó y quedó restringido a un pequeño número de centros que aún lo utilizan.
Ozonoterapia.